04/12/23

La espera

 


No sabía qué hacer. 

Si escribirle le parecía del todo inapropiado dado el resultado del último encuentro, llamarla por teléfono o hacerle una visita le parecía aún peor. Aunque su corazón latía a mil por hora solo con pensar en ella, sabía que la última vez algo había levantado un muro entre ambos que ninguno de ellos iba a conseguir saltar a la primera. 

Todo se había complicado del modo más absurdo. Las palabras que cruzaron aquel día bailaron ante sus ojos sin comprender cómo había sido capaz de decir tantas cosas de ese modo tan indolente, tan odioso. Tenía que admitir que el que había pronunciado las palabras que más dolieron fue él, las que pusieron el punto final más doloroso a la más bella historia de amor jamás imaginada.

No vamos a volver a vernos, así evitaremos que pase nada más. Esa es mi decisión y tienes que respetarla”. 

Punto.

¡Tonto, tonto, más que tonto!”, se repetía apretando los puños con rabia contenida. 

Llevaba algo así como un par de semanas esperando que ella diera el primer paso, ese paso que abriera la puerta a la normalidad, ese paso que solo ella sabía dar con la dignidad y el amor que la caracterizaban. Pero algo le susurraba al oído que eso no iba a pasar. Sabía que ella luchaba contra ese impulso cada segundo desde aquel día, pero también sabía que, esta vez, ella haría todo lo posible por darle lo que le él le había pedido.

Hacía ya algún tiempo que ella le había dicho que respiraba por y para él, que lo amaba más que a nada en el mundo y que siempre lo esperaría, siempre. Estaba convencida de que el destino de ambos estaba escrito para que se cruzaran en el momento exacto en que lo hicieron. Y que la pasión y el deseo que ambos sentían con solo escuchar la voz del otro, con solo mirarse, hacía que tuviera más que claro que estaban hechos el uno para el otro. A pesar de todo. A pesar de la vida. Ella lo amaba de un modo increíble, incondicional, y, solo por ese motivo, sabía que haría todo lo posible por no ceder a lo que su corazón la empujaba a hacer a todas horas. Sabía que, incluso eso, lo hacía por él, para darle lo que él quería. A pesar de su dolor, a pesar de su amor.

Una lágrima resbalaba por su mejilla cuando se levantó de ese sofá lleno de recuerdos cuyo eje central era el cuerpo desnudo de ella, arropado bajo una vieja manta de cuadros durante las largas y frías tardes de invierno que compartieron. Sentía frío en el lugar más cálido que había existido. Sentía dolor en el lugar que más felicidad le había dado. Y el único motivo para sentirse así era el vacío que sentía en su interior desde aquel día. Ausencia de vida, ausencia de felicidad, ausencia de ella. La necesitaba y lo sabía. Ella lo esperaba, eso también lo sabía.

Encendió un cigarrillo al tiempo que se asomaba a la ventana. Desde allí veía el mar, sereno, tranquilo.  Desde allí la vio a ella, hermosa, preciosa.

Bss.

#blogperez #muchosiempre

3 comentarios:

  1. Qué larga se hace siempre la espera...

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    1. El Blog de Isa Pérez5/12/23, 19:09

      Y qué bonito es el reencuentro... Habrá que escribir también sobre él!! Muchas gracias por comentar!! Bss

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