29/06/16

Querido tú...

Querido tú:
 
Me enamoré de ti la segunda vez que te vi. 
 
Nunca he creído en el amor a primera vista, será por eso que esperé a ese segundo encuentro para darme cuenta de que no podía dejar de mirarte, de escucharte, de pensarte,...
 
Nunca he creído en las segundas oportunidades, será por eso que cuando se me presentó, decidí no hacerle caso y dejarla pasar. Pero la realidad es siempre más fuerte que cualquier fantasía y la tercera vez que te vi ya era tarde, no había ya vuelta atrás.
 
Me enamoré de ti la segunda vez que me miraste. Tus ojos, profundos como el mar, se clavaron en mi alma abriendo tras de sí el camino de desesperanza por el que ando perdida desde entonces.

Me  enamoré de ti la segunda vez que te soñé. Tus brazos rodeaban mi cuerpo, fuertes, firmes. Tus labios besaban mis labios suaves, enamorados. Mi cuerpo se abandonaba al tuyo con la seguridad de estar donde anhelaba estar, seguro, tranquilo.
 
Me enamoré de ti la segunda vez que tu mirada me dijo que tú también sentías lo mismo.
 
Bss.

23/06/16

Mario.


"Contó los dedos de sus manos y pies, lo limpió un poco y, ahora sí, con una gran sonrisa en los labios, lo llevó hacia ella. La madre tenía los ojos cerrados, el esfuerzo la había dejado exhausta, pero, al oír cómo la enfermera le acercaba al pequeño, los abrió, despacio, con cautela, como si se fuese a romper sólo con mirarlo". 



Entrada completa en El Poder de las Letras

https://elpoderdelasletras.wordpress.com/2016/06/23/mario/



Bss.

17/06/16

Un rato con Mari Carmen Moreno, alcaldesa de Águilas. La Actualidad, 17 de junio de 2016

Un rato con Mari Carmen Moreno.
La entrevista más personal de la alcaldesa de Águilas en el primer aniversario de su investidura.


... “Para mí, es un orgullo ser la alcaldesa de Águilas y poder trabajar por y para los demás. Es el cargo
de mi vida pública que más me enorgullece”...

La Actualidad de Águilas, viernes 17 de junio de 2016.

Entrevista íntegra en 

16/06/16

50.000 besos.

Hay números que por regla general se celebran por tener un significado especial. Celebramos con especial énfasis, por ejemplo, los quince años, los veinte, los treinta, los cuarenta, … Se guardan con especial cariño los recuerdos de los diez años de matrimonio o hacemos una gran celebración a los veinticinco y a los cincuenta. En definitiva, no dejamos pasar la ocasión de hacer una gran fiesta cuando se alcanzan estas gloriosas cifras. Cierto, ¿verdad?

Bueno, pues hoy celebro, muy cariñosa y efusivamente, las 50.000 visitas que ha logrado alcanzar El Blog de Isa Pérez, una cifra que hace tan sólo un año ni me planteaba. 

Os preguntaréis muchos de vosotros por qué los blogueros nos empeñamos en celebrar estas cifras.

Bien, os lo explico.

Cada día me siento a escribir con la esperanza de que el resultado sea del agrado de los muchos o pocos lectores que he conseguido reunir en este rincón. Puede parecer fácil, pero, ¿a que no pincháis en todos los enlaces que os llegan? Pues lo que yo tengo que conseguir a diario es que, cada vez que veáis un enlace de mi blog, entréis a ver qué hay de nuevo en él, lo leáis y, además, os guste y habléis de ello con vuestros amigos para que mis escritos vayan poco a poco llegando a más gente. Puede pareceros algo sencillo de conseguir, pero os aseguro que es muy difícil, mucho, mucho. Más aún si tenéis en cuenta que yo no soy una escritora profesional, sino una simple amante de las letras, una aficionada que ha creado un mundo personal en este blog salpicado de realidad y aventuras ideadas para vivir otras vidas, para vivir momentos soñados, robados... Y hacer eso cada día supone un esfuerzo que bien merece una celebración, ¿verdad?   

Recuerdo aún cómo celebré entusiasmada las primeras 100 visitas, las 1000, incluso las 10.000… Y creo que siempre celebraré las cifras que hacen crecer mis ilusiones en este mundo nada fácil que he elegido explorar en este momento de mi vida. Porque la vida sin ilusión no es vida y la ilusión sin valor es algo hueco, vacío.

Felices 50.000, pues. A todos, queridos lectores. A todos.



Bss.      

06/06/16

Víctor Manuel y sus 50 años, que no son nada.

Durante ocho meses guardé en mi “cajón desastre” seis entradas para el conciertazo de esta temporada en Gijón. Víctor Manuel, Víctor para los asturianos por lo que he podido ver, decidió, como no podía ser de otro modo, acabar la gira 50Años No es Nada en su tierra, arropado por sus paisanos y amigos.
Durante ocho meses estuve sacando las ya nombradas entradas para mirarlas una y otra vez y asegurarme de que tanto mis padres, como mis hermanos y nosotros íbamos a disfrutar de una fantástica noche en familia. Y me deleitaba con aquella imagen que se dibujaba en mi cabeza: mi padre con su americana azul marino, camisa blanca y vaqueros de chico joven en pie jaleando a Víctor mientras este desarrollaba en el escenario aquello de “el abuelo fue picador, allá en la mina…”. La escena imaginada no acababa ahí, sino que seguía con el resto de nosotros, aplaudiendo entusiasmados esa canción que, invariablemente, hace que todos se levanten de sus asientos, ya que, si hay algo que ha pasado de generación en generación y que sin ninguna duda continuará la tradición en casa de los García Pérez, es la historia de España contada a través de los ojos de la preciosa Puerta de Alcalá. ¿O acaso hay un estribillo que se repita más en este país que el consabido “¡mírala, mírala, la Puerta de Alcalá!”?

Bien, pues tengo que deciros que la compañía del concierto cambió casi en el último momento, ya que el destino decidió que esta vez no iba a ser la cosa como yo pensaba. Y en lugar de tener a mi padre y su americana enganchado del brazo de mi madre, mi familia y yo tuvimos a dos inesperados amigos sentados junto a nosotros. Y fue genial.



Y ahora, os cuento lo mejor de lo mejor. Podéis imaginaros que después de ocho meses esperando a que llegara el 4 de junio para ver, después de unos cuantos años, de nuevo a Víctor Manuel, mi estado de nervios se parecía más a una olla a presión que a cualquier otra cosa. Claro que yo, dada la compañía, intentaba disimularlo a toda costa, porque no era plan de parecer una histérica en público. En fin, tal era mi ansiedad que me pasé todo el día imaginándome una escena en la que yo iba con mis seis entradas en la mano y el chavalín de la entrada al recinto, al pasarlas por la maquinita, me decía que nada de nada, que no valían. Y así estuvo mi cabeza hasta que, por fin, a la hora señalada, la maquinita emitió un sonoro y alegre pitido que anunciaba que las puertas del Palacio de Deportes de la Guía se abrían para nosotros. Y ahí empezó una gran velada musical llena de risas, emoción, canciones de toda la vida y algún que otro gesto de disgusto por algo que ahora os comentaré.  


Intenté estar atenta para recordar cuál fue la primera canción, la que abrió el concierto, aquella que rompió el hielo y nos dio la bienvenida. Pues no me acuerdo. Nada. Sólo me recuerdo aplaudiendo como una tonta con una sonrisa de oreja a oreja y sin poder parar de moverme en mi sillita frente al escenario. Muchas fueron las canciones que siguieron a esa primera que nos hizo entrar en calor, pero para mí, el momento álgido fue cuando una espectacular Sole Giménez, la eterna cantante de Presuntos Implicados, salió a escena vestida de largo a cantar, ni más ni menos, que una de las canciones más emotivas del repertorio, “La Madre”, y su potente voz nos sobrecogió a todos mientras narraba esta triste historia. Espectacular.

A esta le siguió mi favorita cantada por el maestro de Mieres, “Hey, sólo pienso en ti”, para mí la mejor canción de todas las que tiene por muchos motivos: la letra, la melodía, la emoción en su voz al cantarla, la imagen de esos dos enamorados espiándose, intuyéndose, amándose en silencio. Esa historia descorazonadora y emocionante a la vez; la historia de dos vidas que se cruzan inevitablemente fruto de una desgracia, dos vidas que consiguen vivir y amar, sin fronteras, sin reparos, sin complejos. Diré “extraordinaria” por no repetir que la interpretación fue espectacular. De nuevo.

Inevitablemente, y con mucho pesar, os lo aseguro, tengo que ponerle un “pero” a la actuación de este gran maestro. En varias ocasiones, para mí más de las deseadas, Víctor hizo referencias políticas que nada tenían que ver con el show que fuimos a ver. Entiendo que él, y haciendo honor al nombre de su espectáculo, lleva muchos años en esto, así que lógicamente llega un momento en el que tienes la total libertad de aseverar ciertas cosas mientras estás en tu escenario. Quiero dejar claro que esto no es una crítica, es una opinión, en concreto la mía, porque yo no fui a levantar el puño, ni a ponerme en pie a aplaudir sus opiniones políticas, sino que fui, simplemente, a disfrutar de su música, de sus letras y de su sobrado arte durante un rato y olvidarme, precisamente, de todos los contextos políticos que nos rodean (que no son pocos) durante unas horas de feliz concierto.

Por lo demás, os aseguro que ha sido uno de los mejores gastos del año, por muchas cosas, por todo, por todos. Espectáculo completo de principio a fin en el que eché algo de menos alguna canción más en compañía de Ana Belén, que cantó su inmortal “Contamíname” en compañía del amor de su vida, en compañía de su Víctor Manuel, que hizo gala de que 50Años no son nada, ciertamente. No, al menos, para él.

Enhorabuena por el espectáculo, Víctor. Inolvidable, sin duda.

Bss.


03/06/16

María.

Posiblemente era verdad eso que empezaban a decir en el barrio. María se había marchado la víspera con un abogado muy bien calzado... Bueno, bueno... Qué contentos debían estar sus padres. Seguramente ahora no se atreverían ni a ir a por el pan, como hacían cada mañana a las siete y cuarenta y cinco, ni un minuto más, ni uno menos. Exactos en todo, menos en la educación que le habían dado a María. Claro que también había que reconocerles el mérito, padres a los casi cincuenta, por uno de esos milagros que obra la ciencia hoy en día. Vaya ganas... Y ahora tenían a una veinteañera con ganas de marcha que había decidido que fueran la comidilla del barrio a sus ya casi setenta.
A la niña ya se le veía venir. Desde bien pequeña, te miraba con esos ojazos negros y te encandilaba. Era como una bruja en tamaño “mini” que te dejaba seco cuando te hablaba. Luego fue creciendo y, claro, la cosa mejoró; bueno, a decir verdad, empeoró. Esos ojazos negros de niña se convirtieron en ojazos negros de mujer, y ya no te dejaba seco, sino todo lo contrario: babeabas nada más intuirla, antes de que doblara la esquina, con aquellos tacones que tamborileaban anunciando la llegada de la perdición. Muchos fueron o, mejor dicho, fuimos, los jóvenes que caímos rendidos a sus pies inútilmente, porque ella ya apuntaba alto. María quería salir del barrio en limusina y con el bolso repleto de “pasta”. Sobra decir que ninguno de los que babeábamos a su paso podíamos sacarla del barrio a una vida mejor; ni siquiera teníamos para llevarla a cenar más allá de la Pizzería de Lucio, que había dos calles más abajo.
No quiero que penséis que, por lo ya dicho, el barrio en que vivíamos era un barrio pobre, o que nuestros padres no podían ofrecernos un futuro mejor. Para nada. Mis padres y los de María eran gente trabajadora, honrada, gente humilde que ahorraba todo lo que podía para que sus vástagos (María y yo, vecinos sin derecho a nada, por lo que iba yo viendo) pudieran estudiar y tener una vida más cómoda, que no rica. Eran de los que te decían continuamente: "Tú esfuérzate, trabaja mucho y sácate una carrera que te proporcione un buen trabajo y puedas tener una vida mejor que la nuestra".
Y no había nada más que decir. Si lo que tú querías era trabajar en la fábrica donde habían trabajado toda la vida tu padre, su padre y el padre de su padre, pues no podías.
Y a callar.
Con esto quiero dejar claro que nuestros padres eran currantes, buenas personas que nos daban diariamente la oportunidad de buscarnos, honradamente, un futuro digno y libre.
Pero María no lo veía así. Menospreciaba a sus progenitores burlándose de sus costumbres, no dudaba en insultarles ni en reírse de ellos y los convirtió en esa clase de padres sufridores que se avergüenzan de la actitud de la hija, sin ser capaces de enfrentarse a ella y exigirle el respeto que les debe por haberle dado la vida y haberle proporcionado un hogar, comida que llevarse a la boca, ropa que ponerse, estudios y cariño. Mucho cariño.
Lo malo fue que nunca tuvieron el valor que unos padres deben tener de no permitir a un hijo subírsele a la chepa, así que sufrían en silencio los vaivenes del amor de la hija.
Y ahora esto.
Decían las malas lenguas (de eso también tenemos en el barrio) que la habían visto salir con un enorme bolso al hombro, unos tacones de palmo y una actitud muy digna y altiva que no dejaba lugar a dudas de lo mucho que nos iba a echar de menos a todos.
La madre, asomada a la ventana de la salita que daba justo al patio delantero del edificio, lloraba en silencio, pañuelo en mano, mientras que el padre miraba alejarse a la hija con ojos enrojecidos y puños apretados, intentando contener la rabia e indignación que sentía por el abandono de María.
María… ¡Ay, María! Pensaste que tu vida mejor estaba lejos de casa, lejos de los tuyos, y te equivocaste. Abandonaste en aquella ventana el abrazo recogido de un hogar lleno de familia. Olvidaste que no hay nada como el cuidado y el cariño de unos padres que te lo regalan todo sin que tú les des nada a cambio. Pensaste que el dinero lo compra todo y te equivocaste. Dejaste atrás lo único verdadero que había en tu vida, menospreciando el amor de los únicos que darían su vida por ti. Allí los dejaste, sí, con el corazón roto y la vida deshecha, rezando, cada día, por tu vuelta.
María… Ay, María…


01/06/16

De tú a tú: Luis Leante, escritor


Hay etapas en la vida en las que una descubre que no lo sabe todo ni conoce a todo el mundo que debiera. Eso me ha pasado a mí con el señor Luis Leante, escritor. Supe de él hace ya algún tiempo por medio de Lirios, una amiga de la familia y, desde entonces, son muchos los textos que he leído que han salido de su mente, de su corazón y de su mano. Podría decir que es uno de los mejores escritores que he tenido el gusto de leer y que ahora, gracias a este “De tú a tú”, vamos a conocer mejor.

Luis Leante nació en Caravaca de la Cruz, uno de los lugares más bonitos de mi querida Murcia y, aunque desde hace años reside en la provincia de Alicante, donde ejerció como profesor de latín, sigue muy ligado a su tierra. No podría ser de otro modo…

EBIP: Buenas tardes, señor Leante. ¿Apeamos las formalidades del usted en este “De tú a tú” y pasamos al ?
LL: Por supuesto.

EBIP: Gracias. Tengo que decirte que el blog tiene seguidores muy ligados a tu tierra, Caravaca, y son forofos empedernidos de sus fiestas. ¿Nos cuentas algún recuerdo de tu infancia que vaya ligado a los espléndidos “Caballos del Vino”?
LL: Uno de los recuerdos que más se repiten en mi memoria es la calle Mayor el día dos de mayo al amanecer: asomarme al balcón, ver el serrín que en aquellos años se echaba sobre las losetas para que no resbalaran los caballos, oír la traca que se tiraba desde el castillo, la campana de la Parroquia de El Salvador sin parar de tocar y, después, cuando se hacía el silencio, los cascabeles de los primeros caballos que salían a la calle, cuando apenas había gente…

EBIP: La primera novela que escribiste, Camino del jueves rojo, que obtuvo en 1982 el Premio Albacara de Novela, está ambientada en Caravaca. ¿Utilizar un escenario conocido es lo natural cuando se escribe?
LL: Cuando escribí esa novela tenía dieciocho años y apenas había viajado. Mi mundo se reducía prácticamente a mi pueblo. Intentaba escribir cosas que ocurrían en lugares lejanos y desconocidos, pero todo resultaba artificial, muy forzado. Después de aquella novela empecé a viajar y los escenarios de mis novelas empezaron a reflejar esos viajes. Para mí lo más natural es escribir de los lugares que conozco, pero no creo que sea imprescindible.

EBIP: ¿Crees, por tanto, que se debe conocer físicamente el lugar en el que decides ambientar tu trama o no es necesario en la actualidad?
LL: Hoy en día se puede viajar sin salir de casa. Naturalmente, no he estado en todos los sitios que se describen en mis novelas, pero algunos los he llegado a conocer muy bien, e incluso los he visitado después de escribir la novela. Hay herramientas muy útiles que te permiten estar en los sitios de manera virtual. No obstante, sí que encuentro diferencia cuando escribo sobre un sitio que no conozco. Reconozco que no me interesa viajar a los sitios para escribir de ellos; prefiero que los escenarios salgan solos y de manera natural. Creo que Julio Verne salió poco de su ciudad, y describió el mundo mejor que algunos escritores que lo conocían bien.

EBIP: ¿Existen el mal escritor y el mal lector?
LL: Yo creo que no hay buenos ni malos escritores, sino lectores a los que les gusta una obra o no les gusta. Los criterios para escribir bien o mal están dictados a veces por gente que no ha escrito nunca. Y, por el contrario, los criterios para ser un buen o mal lector están tomados a veces de escritores, más que de lectores. Los cánones sobre lo que está bien o mal en literatura son imposiciones que frenan la creatividad. El lector y el escritor deben sentirse libres para leer y escribir lo que les dé la gana. Todo lo demás es un convencionalismo. No me gustan los cánones, como escritor, ni las listas de buenos y malos libros, como lector.

EBIP: Toda tu vida has estado ligada a las letras, de hecho te licenciaste en Filología Clásica en la Universidad de Murcia y siempre te ha gustado escribir.
LL: Primero fue la lectura, desde muy pequeño. Después fue llegando el gusto por escribir, pero muy poco a poco, casi como un juego. Cuando el juego empezó a ir en serio, tuve que tomar una decisión. No hay ninguna carrera universitaria para ser escritor, así que tuve que elegir algo que me fuera útil. Y el latín es la herramienta más útil que existe para cualquiera que quiera escribir, incluso ser periodista, o guionista, o corrector de estilo, si me apuras. Lo poco o lo mucho que sé sobre el lenguaje se lo debo a los estudios de las lenguas clásicas. El resto viene de mis lecturas.

EBIP: Como educador, ¿piensas que estamos los padres lo suficientemente implicados en la educación de nuestros hijos u hoy en día se delega demasiado en los centros escolares? Hablo en general.
LL: Y te respondo también en general. Por mi experiencia puedo decir, con muchas posibilidades de equivocarme, que los padres delegamos demasiado en la escuela la educación de nuestros hijos. La educación no es únicamente aprendizaje, sino transmisión de valores, criterios, etc. En la escuela se puede enseñar, pero no se debería educar más allá de unos valores muy generales. El resto lo debería poner la familia. Y yo dudo de que se haga todo lo necesario para que sea así.

EBIP: He leído una frase tuya que me ha encantado: “Todos los adultos deberíamos imaginar cómo sería tener quince años en 2016”. Cuéntame…
LL: Sí, a menudo los adultos nos quejamos de la juventud y nos olvidamos de cómo éramos nosotros a su edad. Los problemas que teníamos con nuestros padres eran del mismo calibre, o mayor, que los que nuestros hijos tienen ahora con nosotros, pero parece que se nos ha olvidado. El adulto es una persona que ya conoce el argumento de una historia e incluso el final, pero el adolescente está apenas en los primeros compases de esa historia y está perdido. También nosotros estuvimos perdidos. La adolescencia es como el acné, se pasa con la edad y a veces deja huellas muy profundas. Y, queramos o no, todos hemos pasado por ahí. Conviene refrescar la memoria.

EBIP: Como aficionada a la escritura, me he preguntado muchas veces si realmente los talleres de escritura sirven para algo y si todos los que encontramos publicitados son buenos…
LL: No sé si todos son buenos. Estoy convencido de que habrá buenos y malos talleres, como es lógico. Lo cierto es que ahora hay muchos. Es una tradición anglosajona que aquí ha tardado en llegar, pero que ha llegado. Por lo general, nadie duda de que se pueda enseñar a pintar, a esculpir o a tocar el piano y, sin embargo, se suele poner en duda que se pueda enseñar a escribir por medio de talleres o de clases. Suena a “perogrullo”, pero no hay nada que no se pueda enseñar o que no se pueda aprender con ayuda. Y la escritura no es una excepción. ¿Por qué todos los escritores deberían ser autodidactas si no lo son los músicos o los pintores, por ejemplo?

EBIP: ¿Qué debemos hacer para inscribirnos en el que tú impartes?
LL: La demanda es tan grande en los últimos tiempos que estoy desbordado y tengo lista de espera para los tres próximos años. Por eso aconsejaría a quien esté interesado que busque a otros escritores o especialistas que también impartan talleres.

EBIP: ¿Qué es más difícil: conseguir un buen relato corto o una buena novela?
LL: Un buen relato corto es la cosa más difícil de hacer. Las novelas terminan siendo buenas o malas casi por casualidad, porque el escritor no lo puede controlar todo. El proceso es muy complejo. El relato, sin embargo, debe ser como un mecanismo de relojería perfecto: nada puede sobrar ni faltar. Por lo general, de cada cien relatos que se escriben, únicamente sale uno bueno o muy bueno. El problema es que muchos se empeñan en publicar también los otros noventa y nueve.

EBIP: Leí una entrevista en la que afirmabas rotundamente que si no hubiese sido por los premios que has ido cosechando a lo largo de tu carrera como escritor, hace tiempo que te hubieras quedado por el camino. ¿Es muy difícil conseguir que te publiquen siendo un desconocido? ¿Cuántas puertas se te cerraron hasta que en 2007 conseguiste el Premio Alfaguara de Novela con Mira si yo te querré?
LL: Publicar es muy difícil, con premios y sin premios. En general, los premios, excepto algunos muy conocidos y mediáticos, no te abren apenas las puertas para publicar, pero te dan confianza y seguridad. Es como si te dijeran que ese es el buen camino, son inyecciones de moral. Cuando no te conocen en una editorial, cuesta más trabajo que te lean. Pero si consigues que te lean y eres bueno, por lo general te publican. Insisto: el problema es que te lean. El silencio editorial es el peor enemigo del escritor, porque termina desmoralizándolo. Yo gané antes de 2007 muchos premios que me abrieron pocas puertas, o ninguna, porque se publicaban en ediciones que no se ponían a la venta. Pero con el Premio Alfaguara cambió todo, porque tiene detrás el respaldo de una editorial y la difusión en más de veinte países. No obstante, cada uno cuenta la feria según le ha ido.

EBIP: ¿Algún consejo para esos escritores noveles que comienzan su carrera?
LL: ¡Me siento incapaz de dar consejos útiles a nadie! Además, ninguno de los consejos que me dieron en su día me resultaron útiles. Cada uno debe buscar su propio camino  a su manera.

EBIP: Hace unos días tuve el honor de entrevistar a nuestro paisano FJ Motos, escritor también como tú, y le hice una pregunta que me despierta mucha curiosidad, así que la voy a repetir contigo. ¿Qué opinas de fenómenos sociales tan bestiales como el que se produjo con la publicación de la Trilogía de Grey?
LL: No es nada nuevo y no debería sorprendernos, sino todo lo contrario. Gracias a fenómenos como este, hay gente que lee un libro por primera vez. Además, aunque mucha gente no lo sabe, las editoriales que dan un “pelotazo” con una obra o una trilogía como esa (también pasó con la trilogía de Stieg Larson, salvando las distancias) emplean los beneficios en publicar a escritores semidesconocidos o totalmente desconocidos, apuestando por ellos. A pesar de lo dicho, debo confesar que no he leído la Trilogía de Grey.

EBIP: ¿El olvido es el peor enemigo del escritor y su obra?
LL. No estoy seguro. Creo que hay muchos enemigos menos espectaculares. Si alguien se siente olvidado, al menos antes hubo un tiempo en que no fue así. Creo que es peor no llegar y, por lo tanto, que ni siquiera te puedan olvidar.

EBIP: De todos los géneros que has cultivado, que son muchos (novela negra, histórica, teatro, literatura infantil, juvenil, guiones, adaptaciones de relatos para cine,…), ¿con cuál te quedas?
LL: Con cualquier tipo de novela, con o sin etiqueta. En la novela están encerrados todos los géneros.

EBIP: ¿Eres más de Harry Potter o de El Señor de los Anillos?
LL:  De Harry Potter. ¡Sí, mucho más! Además, siento mucha simpatía por su autora, que estudió Filología Clásica. Sus novelas han contribuido a llevar a muchos niños a la lectura.

EBIP: En tu caso, el proceso de creación literaria dices que está perfectamente planificado. ¿No hay lugar para la improvisación en este proceso o depende de cada uno?
LL: Bueno, está todo planificado antes de empezar a escribir, pero en el momento en que empiezo me voy saltando la planificación. Incluso reescribo las novelas hasta que terminan por ser otra cosa de lo que había en mi cabeza al principio. Pero, sí es cierto que me gusta saber por dónde debo ir, aunque luego me vaya por los sitios más inesperados.

EBIP: Huye sin mirar atrás, novela dirigida a un público más joven, ha recibido el Premio Edebé de Literatura Juvenil 2016. Evidentemente, cuando uno se sienta a escribir, lo hace por satisfacer una necesidad y un deseo personal en primera instancia. Pero cuando esa obra sale a la luz y recibe un reconocimiento público, como es el caso de un premio, la satisfacción debe ser inmensa…
LL: Sí, para un escritor recibir un premio, sea el que sea, es como oír una voz que te da ánimos y te anima a seguir. Y en el caso de un premio con tanto prestigio como el Edebé, te da aún más confianza. En la escritura hay momentos de zozobra y de desánimo, porque nunca sabes si lo estás haciendo bien o mal hasta que terminas la obra. Y a veces pueden pasar varios años para terminarla…

EBIP: Por último, y si me lo permites, voy a hacerte un pequeño test que espero que te guste… Adelante.
LL:
Un color: rojo.
Una fragancia: azahar.
Una canción: Aguas de marzo, de Sole Giménez.
Un sentimiento: satisfacción.
Un libro: La vida perra de Juanita Narboni, de Ángel Vázquez.
La compañía perfecta: la mujer a la que amo.
Un lugar: la calle Mayor de Caravaca de la Cruz.

EBIP: Pues decirte, Luis, que ha sido un verdadero placer el que me hayas dedicado este ratito. He disfrutado y he aprendido cosas que no sabía, la verdad.

LL: Bueno Isabel, espero que lo que te he contado no haya quedado ni demasiado largo ni demasiado corto. Te agradezco mucho tu interés y te deseo mucha suerte en tus proyectos.

Hoy me despido con un fragmento del libro elegido por Luis Leante, nuestro escritor de hoy. Estoy segura de que va a despertar una sonrisa en todos vosotros:

“Cada día me cuesta más trabajo ponerme las medias. Si tuviera ocasión y pudiera ir a Madrid, me compraría un abriguito de entretiempo. Estas cosas, indudablemente, son michelines. ¡Tócate bien, Juani! Michelines... ¡Quién te lo iba a decir! Yo que siempre creí que eso era un anuncio. ¡Y pensar que aún no hace diez años yo era una mujer delgada! Delgada, delgadísima. «Patas de alambre» me llamaban las niñas en la escuela. Sobre todo aquella hija de puta de la nieta de Madame Naudy. ¡Bien muerta está!”.

 La vida perra de Juanita Narboni.
Ángel Vázquez.

 
Bss.

 

 

 

 

 

 

 


Una luna, una playa, ...

Una luna, una playa, ...

Si cerraba los ojos, aún podía verlo, sentirlo, … Una luna, una playa, unos brazos que la abrazaban, una boca que la besaba, u...

Más leídas ...